Una vida inesperada by Isabel Dorleac

Una vida inesperada by Isabel Dorleac

autor:Isabel Dorleac [Dorleac, Isabel]
Format: epub
Tags: love_history
editor: www.papyrefb2.net


Capítulo 10

CUANDO CHARLOTTE entró en el bar, sus amigos la saludaron. Leo y Clémentine estaban enfrascados en su propia conversación. Clara le acercó una silla para que se sentaran. Clémentine soltó una carcajada mientras Leo sonreía. Al hacerlo, vio a Charlotte mientras se sentaba y la saludó con la cabeza.

Leo dio un sorbo a su cerveza, y continuó hablando. Leo se dedicaba a la investigación de algo matemático que Charlotte nunca había conseguido entender. Tenía el pelo claro, ligeramente rizado y una sonrisa en sus ojos verdes. A primera vista parecía un chico dulce y simpático, con sus pantalones estrechos y sus zapatillas Nike siempre impecables. Y lo era, sin lugar a dudas. Lo que no se veía a primera vista era su sentido del humor sutil y punzante, sin llegar a ser cruel.

El sentido del humor de Clémentine era por otro lado, más sencillo, incluso común. Pero era una chica avispada, por lo que, a pesar de no comprender del todo las bromas de Leo, sabía apreciar lo que conseguía interpretar. Era una chica morena, algo rellenita, pero era consciente de sus limitaciones, y se sacaba todo el provecho que podía. Que no era poco. Clara era rubia, delgada, pero no excesivamente guapa. Tenía más bien ese encanto sencillo en el que uno no se fija dos veces. Activa, charlatana, comprensiva, había conseguido un chico que para ciertas personas era “demasiado bueno para ella”.

Charlotte se acercó a ella para darle dos besos y tras dejar el bolso se sentó a su lado. Al principio charlaron de los temas habituales y se hicieron las preguntas de costumbre: ¿Qué tal la semana? ¿Alguna novedad en el trabajo? Y similares.

Mientras Clara le relataba la última anécdota de su trabajo Charlotte la miraba tratando de prestar atención aunque en realidad se moría por hablar de Reynald.

Clara era profesora infantil en un colegio del distrito 7 de Paris. Un distrito bastante residencial, idílico y cosmopolita. El colegio databa de los años cincuenta, entre la iglesia de Saint François Xavier (una de las más conservadoras de todo Paris) y los Jardines de Les invalides. Una situación privilegiada, casi idílica. Charlotte apenas había estado un par de veces en aquel colegio, pero no era difícil imaginarse a niños con aquellas pesadas mochilas de cuero antiguas, los pantalones cortos, el pelo repeinado y los calcetines subidos hasta las rodillas. En aquel pequeño colegio, a pesar de que pudiera parecer lo contrario, siempre había alguna historia que contar, bien fuera de los niños, bien de los padres. Siendo éstas últimas mucho más habituales.

Clara contaba la visita de unos padres excesivamente competitivos en lo que se refería al aprendizaje de su hijo de cuatro años, y Charlotte asentía con la cabeza esperando su turno para hablar.

Cuando finalmente pudo hacerlo, dudó. ¿Podía confiar en Clara? Era su amiga sí, pero de esa forma tan superficial de la que uno tiene amistades en París. Casi por inercia. No es que desconfiara de ella, pero lo cierto era que nunca le había confiado sus temas más íntimos.



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